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Glasses

  • Carlo Piérola
  • 15 oct 2017
  • 5 Min. de lectura

Era una mañana soleada, mientras trabajaba en una computadora de esas que su pantalla todavía era obesa y tenía de fondo la foto de la colina con césped clásica de Windows XP, cuando mi compañero de trabajo me sugirió volverme cura.


Por ese entonces trabajaba para la Conferencia Episcopal Boliviana manejando sus redes sociales y transcribiendo misas. Compartía oficina con el encargado de sistemas, escuchábamos Bon Jovi y al mismo tiempo yo ya estaba en un camino desbocado hacia el agnosticismo.


Cuando mi compañero me dijo que lo acompañara al seminario, mi primera reacción fue atragantarme con risa. Lo miré condescendiente: "No puedo. Tengo algo con las chicas".


Muchos años después de demostrar que no tenía "vocación" (ni conocimiento teológico-católico sobre el celibato ni mucho menos fe) vi la película "Amores Perros". En ella, se da la siguiente secuencia:


¿Cómo puede esto conectarse con mi respuesta a mi compañero, ahora cura? Vamos despacio: El significado de esta escena está asociado con los lentes. Sin ellos, Chivo no ve claro: se dedica a cuidar de sus perros, a matar de vez en cuando. Pero con los lentes, se aclara, es su momento de racionalidad: planea para el futuro, algo propio de la razón instrumental y no del clásico vagabundo, abandonado al presente.


Aunque no lo crean, este tipo de escena (donde los lentes representan racionalidad/claridad/redención) aparece al menos una vez más en la cultura mediática. ¿Fuente? No me la pidan por favor. Es más, si recuerdan escenas similares de algún lado, avísenme.


Ok. Entonces hasta ahora tenemos los lentes como un signo. Sumando eso al hecho de que "tengo algo con las chicas", BAM, obtenemos que me gustan las chicas con lentes. Déjenme matizar: mientras que mi amigo cura me dijo que él se había enamorado de Cristo (en un sentido religioso que respeto), por mi parte adoro a las chicas con lentes (en un sentido religioso, literalmente).*


*quick note: obviamente no adoro a toda fémina que use lentes, es similar a decir "me gustan las asiáticas o me gustan las rubias. Implcas que este factor es algo de valor estético que se añade a una chica que te gusta debido a su conjunto. Ah, y sí, nada como asiáticas con lentes ufffff.

¡Qué superficial, Carlo! Me podrían decir. Reemplazar a Dios con una mortal, con algo pasajero, que son sólo apariencias. Momentito muchachos. Ahora voy a argumentar porqué, estéticamente y hasta espiritualmente hablando, prefiero la belleza sublime de una chica con lentes antes que la de la Divinidad, sabiendo que son distintas. Claro, porque si fueran iguales no haría diferenciación en mi mente.


Para esto, me fundamentaré en el personaje de Funes, el memorioso, de Borges. En las estéticas de Kant, Nietzsche y Benjamin (tal vez use al tío Shopi, pero lo dudo). También usaré a Anthony Danto (en Crash Course Philosophy) y a Philosophy Tube (con un chico parecido a una combinación entre Oscar Wilde y Justin Thrudeau).


Comencemos.

Primero, como antecedente, veamos que Kant propone que lo primero de la apreciación estética es que es desinteresada: "we take pleasure in something because we judge it beautiful, rather than judging it beautiful because we find it pleasurable". Pero, para Nietzsche, la apreciación estética implica: "must always be understood as related to will" (idem). Yo creo que ambos pueden estar totalmente de acuerdo.


Existe apreciación estética en la que hallamos placer porque es hermosa, más que placentera (o que la desee de alguna manera). Ejemplo:

En este caso, yo encuentro el dibujo de esta monita china hermosa y mi placer está en ese juicio estético. Por más que la desee no va a salir y aunque ajusticie al ganso pensando en esta chica, puedo separarme de juzgarla estéticamente en base a lo placentera que pueda ser por la concepción Kantiana de la estética.

Si siguen sin creerme, pongamos de ejemplo otras formas de belleza: una gota, un paisaje, etc. Por más deseoso seas de las cosas (un ultra capitalista por ejemplo), no deseas poseer una gota.

Sin embargo, también deseamos a la belleza, como lo diría Frederic el friendzoneado Nietzsche. ¿Por qué deseamos la belleza? Kant argumenta que

"I may wish to own the beautiful painting, or at least a copy of it, because I derive pleasure from it - but that pleasure, and thus that desire, is distinct from and parasitic upon the aesthetic judgment. The judgment results in pleasure, rather than pleasure resulting in judgment".

Aquí es donde dejamos a Nichi para meternos con Funes ft. Borges. Recordemos (jeje) que Funes piensa que decir "perro" no basta para referirnos a un perro. Para el memorioso, debería haber una palabra para un perro visto desde arriba a las tres de la tarde y bla bla bla.

Lo mismo sucede con lo estético. Los juicios estéticos sobre una chica con lentes no pueden limitarse a una foto (donde la foto sea importante en cuanto a reflejar una realidad estética más que ser estética en sí misma) o a una mirada en el bus. Cuando la conoces, y ves que sus lentes representan justamente eso que ella tiene: inteligencia, racionalidad, claridad, salvación entonces no basta con UNA apreciación estética. Sino con miles.

Y quieres verla bajo la luz de un atardecer, con los labios manchados de helado de frambuesa, entrecerrando los ojos en medio de una sonrisa, en medio de una brisa. Y así en todos los escenarios posibles dentro de tu plan de vida.

Bien, hemos justificado satisfactoriamente la apreciación estética de las chicas con lentes. Ahora, ¿cómo superan a la apreciación estética de Dios?

Pongámoslo así. La apreciación estética es sensorial, experiencial. Siendo así, tomemos la espiritualidad o el sentido de lo sublime o como quieran llamarlo como un sentido más.

En una pequeña tablita, pongamos estos datos:

Ahora, pongámoslo en perspectiva. Dios es algo abstracto y aunque aseguremos haberlo visto, a priori, nuestra primera experiencia con Dios es espiritual. Por otro lado, con una chica con lentes, a priori, se experimenta todo lo sensorial y luego lo espiritual.

¿Cómo? Pues definamos espiritualidad: conexión con lo divino, o, por ponerlo en boca de curas, monjes, pastores, etc., incluido Kierkegaard, algo que supera la racionalidad.

¿Qué es lo único humano que supera lo racional, donde nuestros cerebros literalmente no pueden codificar nada?

El orgasmo.

No podemos escapar de lo sensorial, pero sí de lo racional y ya ven que se puede hacer por dos maneras. Una es considerada la correcta en ciertas culturas, otras prefieren la segunda.

De todos modos desde ya podemos ver que las chicas con lentes:

- Son estéticas

- Una chica con lentes puede ser deseada

- La experiencia estética es completa

En contraste, la experiencia de Dios es a priori abstracta. Las posibilidades desde la cual se puede apreciar una chica con lentes son mucho mayores que las relativas a Dios, principalmente porque tiene más variables.

Entonces, luego de este pajazo mental como diría mi yatichiri, es hora de irse a mimir, pensando en ese par de vidrios.


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