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QUE EL AGUA NO SE ESCAPE DE ENTRE NUESTRAS MANOS

  • Luis Carlo Piérola Soliz
  • 1 abr 2016
  • 5 Min. de lectura

1 LA CRISIS

La actual crisis del líquido elemento en La Paz, ciudad maravilla bajo la cual corren ríos (contaminados), ha sido, irónicamente, un baldazo de agua fría para quienes vivimos en ella. El primero ha sido una desilusión rabiosa contra autoridades incompetentes e inmediatistas. Mientras EPSAS se pelea con la Alcaldía acusándola “por sacar provechos políticos” con la entrega de agua, seguimos de sed, mientras el ministro Reymi Ferreira dice que cuidemos este líquido de “privatizadores”, no hay ni una gota para cuidar. El Gobierno nos ha fallado descaradamente y ahora, en vez de buscar soluciones a largo plazo, está en la búsqueda desesperada de un chivo expiatorio.

Sin embargo, existen otras causas que estamos pasando por alto. Más allá del fenómeno del Niño, la sequía y la ineptitud de las autoridades, debemos reconocer que somos una población que no ha cuidado el agua. Y tampoco el medioambiente. Somos una ciudad que cada día lotea más y más áreas verdes que son las fábricas de nuestras nubes, somos una ciudad que recién se da cuenta que hay grifos ahorradores, que se puede cosechar agua cada vez que llueve y que ésta se puede usar, que empieza a ver necesario un inodoro que descargue lo menos posible. Y en última instancia, somos una ciudad en la cual ninguna campaña publicitaria sobre el cuidado del agua ha funcionado con gran impacto. ¿Por qué ha sucedido esto?

2 NUESTRA PARTE DEL PROBLEMA

La razón se encuentra en la falta de creación de normas sociales que nos condicionaran a ahorrar el agua y su posterior control, también social. Las campañas publicitarias tienen impactos a corto plazo y en el caso paceño no pudieron hacer cambios de fondo. El sociólogo Émile Durkheim (2008) explica que algunas necesidades no-biológicas del ser humano, como el bienestar, no pueden ser auto-limitadas, son insaciables a menos que la sociedad regule los sentimientos y actividades del individuo. En una sociedad capitalista donde la felicidad es prometida implícitamente dentro del consumo (Zizek, 2016), la idea de ahorrar el agua era despreciada “porque no se estaba acabando”, porque había que cuidar el planeta “para nuestros hijos”. Ahora vemos, por primera vez, que el planeta no va a esperar tanto, debemos cuidarlo por nosotros mismos. Sin embargo, ¿cómo podemos crear una sociedad paceña que cuide del agua, si las campañas no funcionan?

3 LA SOLUCIÓN

De acuerdo con Durkheim (2008), la sociedad es un poder que regula los sentimientos y la actividad de los individuos y “sólo ella tiene la autoridad necesaria para dictar leyes y poner límites a las pasiones” (pág. 48). Entonces, será necesario que la sociedad paceña genere leyes y límites al consumo de agua, y que al mismo tiempo regule su consumo y ahorro.

El primer paso, las leyes sociales, ya se está formando. De acuerdo con una encuesta de Página Siete (2016), el 93% de los paceños y un 91% de los paceños declara estar ahorrando agua. Esto generará una norma social que considerará como casi obligatorio el cuidado de este líquido porque “normalmente, el orden colectivo es reconocido como equitativo por la gran mayoría de los individuos” (Durkheim, 2008, pág. 51). Entonces, mientras las normas sociales se están formando, ¿cómo podemos regularnos para seguir ahorrando el agua cuando las lluvias llenen de nuevo las represes y se acaben los cortes? ¿Cómo evitamos que el agua se escape de entre nuestras manos?

Pienso firmemente que el ya citado Émile Durkheim (2008) diría que “la única manera de remediar el mal consiste en que los grupos sociales vuelvan a adquirir la suficiente consistencia para controlar más férreamente al individuo y ser a la vez controlados por él” (pág. 194). Entonces, ¿qué grupo social podemos fortalecer para que nos regule el ahorra del agua?

Considero que este grupo puede ser el Centro de Estudiantes, o mejor dicho, los Centros de Estudiantes. ¿Por qué? En primer lugar[1], porque “es necesario que éste se sienta mucho más solidario de un ente colectivo que le ha precedido en el tiempo” (Durkheim, 2008, pág. 195). En segundo lugar, porque es un conjunto compuesto de individuos que desempeñan las misas tareas y cuyos intereses son comunes e incluso idénticos, pues “no hay terreno más propicio para que germinen ideas y sentimientos sociales (Durkheim, 2008, pág. 200). Además, el Centro de Estudiantes “estando por encima de sus miembros, tendría toda la autoridad necesaria para exigir de ellos los sacrificios y las concesiones indispensables, e imponerle una norma” (Durkheim, 2008, pág. 205).

4 APLICACIÓN PRÁCTICA

En consecuencia, los centros de estudiantes tienen que actuar de la siguiente manera. En primer lugar, se deberá definir qué políticas ambientales tomará el grupo. Personalmente, considero que éstas deben ser de manera principal las siguientes dos: la instalación de grifos y duchas ahorradoras junto con la reforestación de las aceras donde viven los estudiantes. En segundo lugar, se debe dar a conocer estas políticas a todos los estudiantes, dando a entender que más que obligatorias son necesarias. En tercer lugar, se debe dar lugar a la regulación, la cual se puede obtener combinando dos herramientas. La primera sería el control mediante listas: cada estudiante enviará un video al centro de estudiantes donde muestra, por ejemplo, que ha instalado un determinado número de grifos ahorradores.

Entonces, se marcará como tarea cumplida de este estudiante. La segunda herramienta es realizar un concurso donde la o el estudiante con más acciones ecologistas realizadas (la instalación de grifos y duchas ahorradoras y la plantación de árboles), gane un premio, como ser, un set de libros.

No podemos esperar a que el Estado (ya sea el Gobierno o la Alcaldía) resuelva nuestros problemas ya que su misma naturaleza “es una pesada máquina que sólo sirve para tareas generales y sencillas. Su acción, siempre uniforme, no puede plegarse ni ajustarse a la infinita diversidad de circunstancias particulares” (Durkheim, 2008, pág. 201). Necesitamos tomar el asunto por nuestra propia cuenta, generar soluciones nosotros mismos.

5 CONSECUENCIAS Y CONCLUSIÓN

Al fortalecer los centros de estudiantes para que regulen a los alumnos y en consecuencia a sus familias, el consumo de agua se reducirá drásticamente. Si esta acción es reproducida en todas las universidades de Bolivia, el impacto será aún más profundo. Si la acción es contagiada a los sindicatos de trabajadores y a las asociaciones profesionales, entonces la fuerza de esta reforma alcanzará proporciones gigantescas, ahorrando el agua de nuestras represas como nunca antes. De igual manera, reforestar e instalar grifos ahorradores serían apenas las dos primeras acciones que se puedan realizar con estas instituciones: generar políticas para reciclar y cosechar el agua podrían ser otras políticas que se pueden aplicar.

Entonces ¿a qué estamos esperando? No dejemos que el agua se nos escape de nuevo. Cuidemos el agua realmente, no por consignas políticas sino como ciudadanos que quieren poder cocinar sin preocuparse si la comida va a enfermarlos o no. El momento de actuar es ahora.

[1] Aunque Durkheim se refiere a las asociaciones profesionales, los centros de estudiantes poseen, en mi opinión, las mismas características.

5 BIBLIOGRAFÍA

Durkheim, É. (2008). El suicidio. Buenos Aires: Losada.

Zizek, S. (04 de Diciembre de 2016). La felicidad: Aristóteles vs. Zizek. Obtenido de Doctos: goo.gl/HbWvdu

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