Me ha robado dos horas de mi vida y quiero que me las devuelva
- Carlo Piérola
- 2 sept 2017
- 3 Min. de lectura

La película “Luz en la copa” fue una de las mayores estafas de mi vida, considerando mi precaria economía. Costó quince bolivianos (para mi) y cinco mil dólares (para el director Alejandro Pereyra) pero su valor real no llega ni a diez centavos. Alejandro me ha robado dos horas de mi vida y quiero que me las devuelva.
¿Por qué considero que la película es, digámoslo así, una basura? Sostengo mi posición desde la semiótica, así que se puede decir que es demostrable científicamente.

Consideremos las partes del signo. Por un lado está el significante, representamen, símbolo o vehículo sígnico (como prefieran llamarlo). En el caso de la película, son las imágenes, los planos, etc.
Consideremos ahora lo que expresa el signo. Desde el punto de vista de la mayoría de mis compañeros, la película no significaba nada o tenía un significado muy confuso. Concuerdo con ellos: “Luz en la copa” no tiene significado. Pero ¿por qué?
El secreto y el origen de porqué la película es pésima está en el referente (u objeto, denotatum, etc.): Siguiendo a Victorino Zeccheto “la referencia de un signo indica la cosa o el fenómeno que se quiere evocar […] para eso está hecho el lenguaje, para llevarnos a otra cosa” (p. 97).
Ahora queda preguntarse qué es lo que quería evocar o a qué quería llevarnos el director de “Luz en la Copa”. ¿La respuesta? En las palabras del productor, no quería evocar nada, no quería significar nada. En la producción no trabajaron con un guion estructurado, fueron improvisando, no sabían qué querían decir.
Entonces, si no sabes qué codificar, lo que produzcas no significará nada, no tendrá un sentido claro. Oooobviamente tratarán de vendernos la película con lo que yo llamo “El traje del rey para posmodernos”, que consiste en codificar una obra artística basura y decir que si no la entiendes o no le das un sentido entonces eres tonto. (Curiosamente, tienes que darle sentido porque en realidad no tiene uno).
No eres tonto por despreciar una película “deconstructiva”.
El tonto es quien no entiende que el signo no puede ser uno como tal si no tiene un referente, si no trata de comunicar algo.
Si lo deseas, puedes dejar la entrada hasta aquí. En la siguiente parte daré un contra-ejemplo mostrando lo que sí se debe hacer.
Ahora, ¿es que acaso todas las narrativas actuales no lineales son malas? Considero que no. De hecho, aprovecharé este espacio para hacer una confesión:
Una tarde fui invitado a una defensa de tesis. Exponía una estudiante, de la cual me habían llegado ecos de su excelencia. Se llamaba Andrea y, recuerdo, llevaba un traje que evocaba un uniforme escolar: falda a cuadros, camisa con cintillo, luz en los lentes.
Todo eso quedaría opacado cuando expuso sobre la narrativa fragmentada de “Hora de Aventura”. Tenía un marco teórico que dejaría babeando a toda la carrera de Literatura, tenía una recolección de datos que hizo explotar mi mente y desde entonces me volví el fan #1 de Andrea. Admirable.

Lo que ella descubrió fue, grosso modo, que “Hora de Aventura” se estructura en base a una historia (en este caso, referente) del que se codifican sólo algunas partes para que las vea el espectador. El espectador capta el sentido del signo que ve: se le está ocultando algo. Entonces busca pistas (otros signos) que revelen mediante su significado el referente.*
*Espero no decepcionar a la tesista si entendí mal.
Entonces es curioso notar cómo un dibujo animado supuestamente para niños tenga más sentido que una película “deconstruida”.
Personalmente, considero que la forma de hacer este mal llamado arte de “textos” (en el sentido amplio de la palabra) no sólo es realizar las cosas de mala manera y mediocremente: es deshonesto.
Es deshonesto venderte un teléfono que no llame, es estafa venderte Herbalife que no tiene nada de natural y es un robo venderte una película que no tiene sentido.
Así que exijo que me devuelvan esas dos horas perdidas.
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