Descansar
- Carlo Piérola
- 9 sept 2017
- 3 Min. de lectura
Imagino el futuro.
Mi mamá ha muerto. Yo y mis tres hermanos hicimos respetar su decisión de no destrozar su cuerpo con tubos, marcapasos, máquinas de resurrección y ahora enterramos sus cenizas en un bosque, el lugar favorito de mi ma. Mi hija (adoptada y sin nombre porque aún no me decido entre Wara o Lluvia o tantos otros) me pregunta dónde se ha ido la abuela. Como agnóstico, se supone que estoy en un problema. No puedo decir cielo y la nada no es un término entendible… o esperanzador.
Pero gracias a una clase de Teoría Social y de la Cultura, yo me agacho, miro a mi hija y le digo. “La abuelita se ha ido a descansar”. Y lloramos, nada más un poquito, juntos.

¿Cómo he llegado a esta conclusión? Si me das cinco minutos, prometo que cambiarás de opinión respecto a lo que siempre creíste sobre el cielo o al menos cuestionarás tus creencias.
Comencemos.
¿Qué hace que tú seas tú? ¿Qué cosas conforman tu ser?
Probablemente, la respuesta sea:
Mi cuerpo
Y mi alma
Algunos añadirían al espíritu pero lo incluiré dentro del alma por ser inmaterial.
Cuando decimos que alguien se ha ido al cielo o ha reencarnado o está en un jardín con 18 vírgenes (dato inexacto) asumimos lo siguiente:
Tu cuerpo es el envase de tu alma.
La esencia de tu ser, lo que hace que tú tengas esa manía por los dedos meñiques y una nobleza con todos los que te rodean, en tu alma.
Entonces, cuando muere el cuerpo, tu ser continúa existiendo, yéndose a encontrar con tus seres queridos, llegando al cielo, etc.
Conclusión: aún cuanto tu cuerpo cambia, tu alma no lo hace: seguirás con esa nobleza.
Ahí está el detalle chato. No existe esa separación entre tu cuerpo y tu alma. Ambos están ligados y SON INSEPARABLES. ¿Pruebas?
El 13 de septiembre de 1848, un accidente causó que un tubo de hierro traspasara el cráneo de un trabajador llamado Phineas Gage.
Gage sobrevivió. Pero no era el mismo. Antes era jovial y alegre y de pronto se volvió gruñón y abusivo.
Lo que Gage prueba es que esa esencia nuestra, aparentemente inmaterial, puede ser cambiada si se afecta tu cuerpo, algo físico.
Entonces, Gage prueba que si me metiera en tu cerebro, probablemente podría quitarte ese horrible fetiche por los dedos meñiques que asustó a todas tus exparejas.
(Video recomendado para saber más de Gage y la identidad. Clic aquí o en la imagen)
De hecho, ni siquiera necesitamos que un tubo nos atraviese la cabeza: los cambios físicos nos afectan en todo momento.
Antes odiaba a las niñas, pero tres doritos hormonales después me enamoro de un par de lentes bajo un cielo nublado (típico de mi XD).
Conclusión: el ser está formado por alma y cuerpo, ambos inseparables.
Ahora, ¿qué ocurre cuando morimos?
Cambiemos la pregunta. ¿Qué ocurre cuando eliminamos el hidrógeno del oxígeno en una molécula de agua?
Ya no es agua,
Igual, si se elimina el cuerpo del alma, dejamos de ser.
Nuestra alma no se va a ningún lugar como el cielo.
Nuestra alma también muere y al igual que nuestro cuerpo deja de sentir, de percibir.
Si un tubo de hierro nos hace tanto daño al alma, una bomba atómica del tío misiles definitivamente acaba con ella.
¿Suena muy desesperanzador? ¿Es mejor ir al cielo, o suena aún mejor lo de las 18 vírgenes? No tan pronto.
Porque sí vamos a un lugar. Vamos a descansar.
Descansar de ser.
Porque tú sabes, ser es todo un problema.
Tenemos que ser en un mundo donde hay genocidios.
Guerras.
Violaciones.
Hambre.
Donde cada segundo hay amenaza de invierno nuclear.
Ser es sufrir. (También es disfrutar, pero no podríamos saber qué es disfrutar si no sabemos que es sufrir).
Entonces, cuando morimos, dejamos todo eso. Dejamos de sufrir.
¿Y nuestro deseo, que nos causa dolor, de ver a nuestros seres queridos? Desaparece el dolor. Ellos también ya no sienten la pena de dejarnos, el dolor de extrañarnos.
Y entonces, al borde de la muerte, aceptando que es parte de la vida pero llorando un poquito, podemos decir que vamos a descansar a un bello estado.
A la nada.
Porque la nada… es hermosa.

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