top of page

Una china, Durkheim y un poco de Giddens para ver las ventajas del capitalismo

  • Carlo Piérola
  • 7 oct 2017
  • 3 Min. de lectura

El capitalismo es mejor que el comunismo.


Antes de que me maten (o me alaben) déjenme matizar mi respuesta con una historia, parte de la película "La lengua de las mariposas" dirigida por José Luis Cuerda.


Primero: la historia de tres escenas (vayan pasando, son tres diapositivas)

Básicamente, un joven español de una banda de pueblo (con cierto gusto por las chinas desde que las vió en un almanaque) conoce a la china de sus sueños. Pero ella está casada y todo se queda en miradas y remordimientos de lo que pudo haber sido.


Cuando vi esta parte de la película (aparte de que mis compañeros me molestaran porque comparto la debilidad por las asiáticas con el chico enamorado, sobretodo si usan lentes, aunque no es el punto). El punto es que no dejé de tener la sensación de que era inevitable que la posible relación entre estos dos muchachos no prosperara. Es ese presentimiento de que el destino está en tu contra se corroboró cuando todo terminó en nada.


La razón por la que tenía ese mal presentimiento es que sabía el contexto de la película: una España republicana, conservadora, con ese olor a guerra civil combinado con la identidad publerina. Esta identidad puede ser descrita por Durkheim como "solidaridad orgánica" y "solidaridad mecánica". A grosso modo, una (la mecánica) se define como conciencia e identidad colectiva: existe una serie de roles que deben ser representados de manera semejante entre los miembros de la comunidad. Quien no cumple con esta identidad colectiva, se va de la comunidad.


Así, ser ateo en esta comunidad es un pecado. Al principio sólo es mal visto, luego ya es motivo de encarcelamiento. Igual lo sería si esta muchacha decidiera divorciarse, su rol es ser "esposa", nunca individuo.


Qué diferente sería la historia en un contexto de solidaridad orgánica: "introduce la “variación”, la diversidad individual, y se guía por la “libertad”, el deseo y la imaginación del individuo" (Ernesto Funes analizando a Durkheim).


Este tipo de solidaridad se incrementó gracias al capitalismo. Por más que le podamos criticar muchas cosas, pensemos en la historia en una sociedad orgánica:


Chicago, 1936. El muchacho ha aprendido a tocar el saxo y está en una big band de jazz. Tocan de bar en bar, de noche en noche, de luz de ciudad en luz de ciudad. Apareche la chica. Él improvisa hasta que el mismo whisky on the rocks se calienta, a ella le gusta la melodía. Aparece el esposo, el que no habla chino.


Entonces nuestro muchacho, desolado, se va por sake al barrio chino. El dueño de un local le dice cómo se dice "si, no y escápate conmigo". Lo siguiente que vemos es a la banda despidiendo a la pareja, que se lleva nada más que un saxo, el jazz, el amor.


Suena muy cursi y a típica novela americana de la época. Además no he contado la versión de la chica (cómo durmió a su esposo, sacó sus ahorros y pidió un taxi al bar "Sweety Goodie", etc.). O quizá las desventajas del capitalismo aparecerían y ambos morirían de hambre bajo un puente... Pero ustedes me entienden.


Aquí, vemos que el comunismo (o el nacionalismo en el caso del muchacho español) tiene una clara desventaja: posee una solidaridad mecánica y no orgánica, por eso es tan difícil salir de esos lugares.


Ahora, gracias a las consecuencias de la modernidad, donde los sistemas abstractos (Giddens reference) han reducido toda distancia y China está a dos días en avión (eso sí, China es un poco mecánica solidariamente hablando pero pongamos Japón entonces), ni siquiera habría necesitado de un vendedor de sake. Google traductor, o en todo caso, inglés. Igual, la chica ya no estaría con un esposo (lo más pobrable considerando su edad) sino estudiando su maestría en astrofísica.


Así, les dejo con unos cuantos momazos, para imaginar esos mundos posibles, donde podemos elegir, hasta cierto punto, a quién amar.


Comentarios


RE100 HORNEADO
BUSCA POR TAGS
ARCHIVO
bottom of page