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When I die just throw me in the trash

  • Carlo Piérola
  • 22 oct 2017
  • 2 Min. de lectura

Con esas palabras, citadas por el Youtuber Sam O'nella (salmonela jaja) expresaba el deseo del filósofo Diógenes para su entierro. Si quieren ver el video completo, está abajo pero en inglés:

Cuando pensé en qué haría al morirme, imaginé algo similar. No podría importarme menos lo que le pase a mi cuerpo, siempre y cuando donen mis órganos.

¿Por qué donar? Me puse a pensar en eso una clase en la que nos preguntaron qué pensaban los ateos y agnósticos sobre lo que sucede después de la muerte. ¿Trasciendes de alguna manera?

La respuesta es sí. Trasciendes dando vida al otro que lo necesita.

Sin embargo, luego de ver la tumba de Quin Shi Huang Di me puse nervioso. ¿Dejaría un legado como Diógenes o como Sam O'Nella? ¿O ninguno? Había dado por descontado el hecho de dejar una contribución, ya sea a la ciencia o la literatura, mi ex esposa.

Entonces cambié mis ideas. Quizá querría dejar fe, más allá de un legado inmaterial, de algo material. Las obras megalómanas han pasado de moda (nadie se hace pirámides) y quizá sea interesante hacer un digno homenaje a la realidad imaginada número 1: la belleza.

Ya en otra entrada hablé sobre ella, sólo que no te la recomiendo, es algo loca.

Quizá mandaría hacer una estatua, del tamaño de la Virgen del Socavón en Oruro de mi esposa (en caso de que la tenga y muera primero). Quizá más grande que la Virgen. Por razones que puse en la entrada anterior, es claro que quisiera mostrar, con un tótem que la Estética supera al Espíritu. En palabras de Neruda, que superan un Ave María, diría:

En torno a mí estoy viendo tu cintura de niebla

y tu silencio acosa mis horas perseguidas,

y eres tú con tus brazos de piedra transparente

donde mis besos anclan y mi húmeda ansia anida.

Si... quizá no me importaría si el resto de mi cuerpo acabase en el estómago de un cóndor (o un gusano). O quizá eligiría prolongar mi vida gracias a modificaciones genéticas.

Pero desafiar a la muerte por mi cuenta no es nada, en cuanto a experiencia cualitativa subjetiva, comparado con desafiar a los dioses con la belleza de una mortal.

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